Al final de la colonia la educación comenzó a transformarse con el fin
de derrocar a las diferentes fuerzas que existían, como los indígenas nativos y
los jesuitas, los cuales no estaban completamente convencidos de los sistemas
del virreinato español.
En cuanto a la educación indígena los objetivos primordiales era
instruirlos hacia la religión católica, que en un inicio era impartida en el
idioma nativo, pero este no era dominado por la mayoría de los españoles, se
creó el mandato de construir escuelas de castellano, para influir un poco más a
que los indios de olvidaran su herencia prehispánica y evitar la organización
secreta de ellos en contra del gobierno español a lo cual temían los españoles.
Esta propuesta de la enseñanza del castellano, no fue muy bien aceptado
por los indios ni por las órdenes religiosas, porque se oponían a la obligación
de afianzar las escuelas con los fondos comunales.
Lo anterior obligo a Carlos III actuar ante el desorden que causaban los
indios, y ordeno la enseñanza del español y el destierro de las lenguas
indígenas, que solo pretendía extinguir los diferentes idiomas que existían en
las tierras de dominio español y que se obligara a solo hablar el español.
En los cambios que se generaron, se procedió la expulsión de 500
jesuitas, lo cual provocó el cierre de muchas escuelas, de las cuales estaban a
cargo los jesuitas. A raíz de esto y de la gran cantidad de jóvenes sin
oficio, se inició la creación de escuelas gratuitas, mientras que la
educación de las niñas seguía siendo rudimentaria y destinada a aprender las
labores domésticas.
En el siglo XVlll, la finalidad de la educación
indígena era la instrucción en la fe católica. Inicialmente la doctrina se
impartía en el idioma nativo transmitida por los frailes, criollos y sus
ayudantes indígenas.
A pesar de que no
había entusiasmo por parte de los indios, se contaba con 286 escuelas en 76
pueblos. Así, el arzobispo Lorenzana, en 1770, ordenó la enseñanza del español
sino que propuso desterrar los idiomas indígenas.
Para el siglo XVIII, había 34 sitios
designados para escuelas particulares, a donde asistían los niños cuyas familias
podían costear su permanencia en ellas o que eran bien recomendados. En este
tiempo, una hambruna y peste que azotó el altiplano causó miles de muertes y el
traslado de muchas familias a la ciudad.