A finales del siglo XVIII, Carlos III propuso la creación de instituciones
especializadas en las técnicas y métodos modernos de Europa.
Colegio de Cirugía de San Carlos
Fue una institución dedicada a la enseñanza de
la cirugía y la medicina fundada en Madrid 1780
por Carlos lll a instancias de Antonio Gimbernat y Arbós. Planteado
inicialmente como una institución ajena a la Universidad, terminó
convirtiéndose en la facultad de medicina de la Universidad de
Madrid.
Su objetivo principal era la práctica de
disecciones al cuerpo humano y se enfocaba a la enseñanza de la teoría
médica.
Academia de Bellas
Artes
Fundada bajo el nombre de la Real Academia de San Carlos de las Nobles Artes de la Nueva España en
el año de 1781 por el entonces Rey de España, Carlos
III y a petición de las autoridades de la Casa de Moneda de
la Nueva España, quienes veían en dicho fin principal el establecer una
escuela de grabado en el entonces virreinato novohispano con la intención de
mejorar la producción y acuñación de moneda al establecer dicha academia. Se
inspiró su fundación en el modelo de la Real Academia de Bellas Artes de
San Fernando de Madrid y fue la
primera academia fundada en el continente americano, y también tuvo
en sus instalaciones al primer museo de arte que se inauguró
en Latinoamérica.
Las ramas principales que se impartieron en la academia fueron las
de arquitectura, pintura y escultura.
Real Jardín Botánico de Madrid
Fue creada con el fin de remediar la falta de conocimientos botánicos en
el reino, y existió cierta imitación por parte de las nuevas teorías de los
antiguos conocimientos botánicos mexicanos para formar el nuevo idioma de
este. La propuesta genero cierta oposición a la aceptación de esta
nueva institución, pero se arregló para febrero de 1788, cuando comenzó su
funcionamiento.
Este jardín botánico alberga en tres terrazas escalonadas, plantas
de América y del Pacífico, además de plantas europeas.
Real Tribunal de Minería de Nueva España
La principal fuente de ingresos obtenidos por la Corona española residía
en la explotación minera, actividad que experimentó expansiones constantes a
medida que se iban extendiendo las fronteras de las posesiones españolas en
América. A esto debe agregarse el desarrollo técnico que experimentó dicha
actividad para el mejor aprovechamiento del mineral.
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